Rock y política: De Three Souls in my Mind a Café Tacvba


Como movimiento contracultural, el rock ha cuestionado el status quo. Desde Woody Guthrie y su “This machine kills fascists” pasando por los revolucionarios años sesenta con las letras agudas de Bob Dylan, hasta la irreverencia de los Sex Pistols en la década de los años 70 con su “Anarchy in the UK”. El viaje ha ido de Bono y U2 abanderando la paz mundial en los frenéticos 80, hasta Radiohead haciendo lo propio con su Ok computer. En los apocalípticos años 90, M.I.A apareció con su fusión-mutante de world beat sintético mientras Rage Against the Machine gritaba inconformidades a los cuatro vientos. En la actualidad, tenemos a Dry Cleaning con su spoken word de tintes post-punk.

Estos sólo son unos ejemplos que sirven para contextualizar la atención que el rock ha puesto en el espectro social y político en poco más de sesenta años de historia. La conciencia socio-política ha sido transmitida a través de obras angulares como la utópica “Imagine“, de John Lennon, o por medio de acciones concretas categóricas, como la ocasión en que Sinead O’Connor rompió la fotografía de Juan Pablo II durante la transmisión de Saturday night live. Por su parte, Peter Gabriel y Sting apoyaron en su momento a Amnistía Internacional así como Peter Garret (Midnight Oil) llegó a ocupar un cargo político en Australia, donde ha defendido los derechos de los pueblos originarios.  

Y en México, ¿qué ha pasado?

La comunidad rockera mexicana no ha estado ajena a esta situación. Quizá el ejemplo más popular sea el de Three Souls in my Mind, quienes en los años 70 sortearon el veto al rock mexicano con letras contestatarias. Ejemplo: “Abuso de autoridad”, de 1976. Aunque tal vez el hecho de que Alex Lora fuera el hijo de un militar le daba cierta inmunidad a la censura y a la persecución política en los años de la llamada Guerra sucia. Los años ochenta tuvieron ejemplos de canciones de crítica social y política como “Vestir de rojo”, de Chac Mool, donde se introducía el tema de la represión disfrazada en clave de amor. Un recurso que, como llegó a mencionar Jorge Reyes, era resultado de un época de mucha censura por parte de los medios, quienes silenciaban cualquier intento de protesta a nivel televisivo o radiofónico.

Histórica es la entrevista de Verónica Castro a Caifanes en 1989, una año después de la llegada de Salinas de Gortari al poder, donde la conductora le pregunta a Saúl Hernández si tiene algún problema, pues lo veía muy decaído, a lo que Hernández contesta de manera contenida: “hay muchas cosas que no están bien”.  Con la llegada de los años 90 llegaría el activismo zapatista de Santa Sabina, y un poco más tarde aparecería el  fenómeno de Molotov, el cual coincidiría con el la decadencia del PRI. Esto sucedía al mismo tiempo que la escena del ska mexicano también tocaba temas sociales y políticos en sus letras, como es el caso de Panteón Rococó

A ellos se suman figuras como Kazz, de Los Amantes de Lola, Fratta o Federico Bonasso, quienes en entrevistas y en redes sociales han expresado sus puntos de vista sobre  el acontecer político y social de nuestro país. Recientemente Rubén Albarrán, de Café Tacvba, encendió las redes sociales hablando del tema. Y ni hablar de polos opuestos a nivel ideológico como los que representan Paco Huidobro (Fobia) y Fernando Rivera Calderón (Monocordio).

Si algo marca la diferencia entre los tiempos actuales y el pasado es que antes se tenía muy identificado el punto de protesta. Bastaba una mentada de madre hacia el gobierno o el presidente en un concierto para tener una respuesta unánime por parte del público. Las bandas mexicanas coincidían en a quien deberían criticar. Sin embargo, con la llegada de la llamada transición democrática a nuestro país y con la apertura de la libertad de expresión, el colectivo rockero nacional ha mostrado cambios significativos a la hora de ejercer su derecho a la crítica social y política.

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